Del Teatro del Silencio al Parnaso


Del Teatro del Silencio al Parnaso
Antología dedicada al poeta hondureño
Juan Ramón Molina
Poemas, textos y fotos
(VV. AA.)
Coordinado por José Francisco Mejía Ramírez
Amazon
Honduras
2013
  
PRÓLOGO
ANTOLOGÍA A JUAN RAMÓN MOLINA
Por: Mario Hernán Ramírez
Juan Ramón Molina, el desconocido, el ignorado por más de una centuria por propios y extraños, por fin salta a la palestra y es una pléyade de jóvenes valores de la intelectualidad hondureña, quienes se han encargado de saldar esta deuda que por más de un siglo se ha venido arrastrando, en perjuicio de la figura más grande de la literatura nacional.
Juan Ramón Molina, ese de los mostachos, simbolizando los cuernos, posiblemente de la luna o acaso de algunos especímenes de la Madre Tierra,  ha comenzado a recorrer el mundo, merced a ese mágico invento del Siglo XX, que el hombre ha puesto al servicio de sus semejantes, para reducir el planeta a la mínima expresión y de esta manera comunicarnos al instante con cualquier persona de los cinco continentes, el Internet.  De esta manera, la memoria, la imagen, la figura, la estatura gigante del coloso hondureño ha traspasado, precisamente, las barreras del olvido y hoy como un merecido desagravio, su nombre sonoro y vibrante es escuchado en todas las dimensiones de lo que llamamos nuestro mundo.
Juan Ramón Molina, es bueno recordarlo, nació en Comayagüela, la ciudad gemela de la capital de la República de Honduras, el 17 de abril de 1875, hijo de un español de pura cepa, de nombre Federico Molina y de una humilde campesina llamada Juana Núñez, originaria probablemente de un pueblo del departamento de La Paz, llamado Aguanqueterique. De ese enlace surge el más grande varón de las letras hondureñas, cuya producción intelectual no ha sido aun igualada, mucho menos superada, pese a la brevedad de su permanencia en este valle de lágrimas, con apenas 33 años de existencia.
Pero, Juan Ramón Molina ya es reconocido, admirado y comentado por las voces más altas de América y de Europa, principales vertientes del saber, hacia el cual va orientada la imagen de este hombre extraordinario, que pasó décadas y décadas ignorado y desconocido, allí en los anaqueles de la indiferencia.
Pero su despertar ha sido extraordinariamente grande y los poetas, literatos, escritores, pintores  y periodistas del momento asombrados de semejante genialidad, no han ocultado su admiración y sapiencia, al iniciar precisamente el envío de sus trabajos, de sus escritos, apasionadamente impresionados por la polifacética inmensidad del que naciera en Comayagüela, y falleciera en San Salvador y cuya educación meridiana fue precisamente insuflada en la augusta, noble, señorial y hospitalaria ciudad de Quetzaltenango, en la República de Guatemala. De allí en parte, la grandeza de este hombre cuya proyección se refleja en tres países, que dan cuenta de su intelecto.
Fue precisamente, su fraterno amigo el también intelectual de relevantes quilates de oro, Froylán Turcios, quien rescató la inconmensurable obra de Juan Ramón y comenzó a tallarla en crisoles de marfil y oro en 1911 hasta culminar en 1913, con la mayoría del legado moliniano con su obra magistral, “Tierras, mares y cielos”.
En 1918, o sea diez años después del fallecimiento del ínclito varón centroamericano, sus restos mortales son repatriados hacia el Cementerio General de su ciudad natal. En 1958 se le erige el primer monumento con que se comienza a consagrar esta vida llena de prodigios, prodigios sublimes y encantadores, pero también llena de dolorosos episodios en los que aparece Molina hasta encadenado, picando piedra para romper la brecha de un camino hacia el sur de la república.
Turcios, su fraterno e inseparable amigo, siempre estuvo atento a mantener enhiesta la gigantesca obra de Juan Ramón y logró algo, o a lo mejor mucho de su objetivo, hasta que en 1943 la parca lo llama para rendir cuentas al Divino Hacedor del Universo.
De ese año hasta 1970, muy poco se hace para rememorar al gran Juan Ramón, siendo el Dr. Humberto Rivera y Morillo, quien en los años 50´s retoma la idea de seguir enalteciendo a Juan Ramón y escribe la primera biografía sobre el malogrado porta lira, pero la indiferencia continúa, y no es sino hasta en 1970 cuando el también intelectual  Eliseo Pérez Cadalso como gran capitán de las letras hondureñas, agarra el timón del barco moliniano y organiza el Comité Pro monumentos a Juan Ramón Molina, mismo que vuelve a decaer, pues el intelectual Pérez Cadalso asume cargos diplomáticos que lo alejan de la Patria por tiempo indefinido, volviendo a retomar el timón en 1988, cuando revive con nueva sangre, el Comité, el que al mismo tiempo es rebautizado con el sobrenombre de ”Los  Trece Locos de El Guanacaste”,  el que a partir de ese año no descansa y semanalmente vemos a los quijotes en reuniones sabatinas en el histórico edificio de la Casa del Periodista, del barrio El Guanacaste de esta ciudad de Tegucigalpa, ingeniando y puliendo su mente tratando de inmortalizar al genio de las letras hondureñas.
En esa jornada conocimos a dos parientes cercanos del ilustre desaparecido a saber: Doña Gloria Cáceres Molina, nieta del malogrado poeta y a doña Aída Molina de Grave de Peralta, última hija del genio moliniano, quienes en más de una oportunidad acompañaron al grupo en sus célebres reuniones guanacasteñas de cada sábado.
Pero, hoy día, el nombre de Molina vuela por el espacio infinito, y gracias a la Divina Providencia, logramos rescatar este nombre vibrante y sonoro, y este mérito, independientemente del trabajo realizado por “Los 13 Locos de El Guanacaste”, habrá que endosárselo a una nueva generación de jóvenes con un espíritu alto y lleno de civismo histórico-cultural, que están empeñados en mantener precisamente la péñola moliniana por lo más alto del mundo y han abierto en sus portales, todo ese caudal maravilloso, extraordinario y deslumbrante que nos legara Juan Ramón Molina.
Entre esos jóvenes entusiastas, intelectuales al cien por ciento y llenos de alto fervor patriótico, figuran: Oscar Flores López, José Francisco Mejía Ramírez, Manuel Castillo Girón, Salvador Madrid, Vilma Isabel Castillo, Reina Janeth Galo, Alexis Castillo, Mario Gonzáles Ardón, Francisco (Paquito) Valeriano, Gloria Ludivina Díaz Acosta, Áfrico Madrid, Tulio Mariano Gonzáles, Lucy Ondina Martínez,  Elsa Ramírez García de Ramírez, Marco Rolando San Martín, Marcial Cerrato Sandoval, Oscar Armando Valladares, Elvia Castañeda de Machado, Livio Ramírez Lozano y la inefable Carmencita Fiallos, por supuesto que dentro del grupo hay algunos jóvenes, otros menos jóvenes y algunos ya mayorcitos.
Es preciso mencionar, porque supuestamente, esta obra recorrerá el mundo entero, a los originales fundadores del Comité Pro  monumentos a Juan Ramón Molina, pioneros de esta hermosa jornada cultural, que investidos del más alto patriotismo y fundamentados en la herencia moliniana, no vacilaron ni un instante cuando fueron llamados por el gran capitán, Pérez Cadalso, para integrar este grupo del que lamentablemente ya solamente quedan tres, ellos son:  Eliseo Pérez Cadalso, Agustín Córdova Rodríguez, Raúl Lanza Valeriano, Dionisio Ramos Bejarano, Antonio Osorio Orellana, Héctor Elvir Fortín, Magda Argentina Erazo Galo, Alejandro Elpidio Acosta Navarro, Juan Domingo Torres Barnica, todos lamentablemente ya fallecidos, pero que dejaron una huella imborrable, durante su dilatada existencia de enormes frutos, tallados con el cincel del intelecto que poseían; quedan aún Marcial Cerrato Sandoval, Marco Rolando San Martín y Mario Hernán Ramírez, viviendo aun Daniel Vásquez, que hace muchos años se retiró del grupo voluntariamente.
En cuanto al fallecimiento de Molina, es preciso recalcar que este hombre excepcional con un cociente intelectual fuera de serie, falleció a la temprana edad de 33 años en un barrio pobre de la capital salvadoreña, entonces llamado Aculhuaca, hoy Ciudad Delgado, una próspera comunidad distrital de aquella capital cuscatleca. Pero, por una de esas coincidencias felices de la vida, en ese mismo año, aparecen en el mundo Ramón Villeda Morales, quien llegara a ser Presidente de la República de Honduras y Arturo López Rodezno, un consagrado artista, arquitecto y diplomático a tiempo completo; pero en ese mismo año, también fallece el ex presidente Marco Aurelio Soto, en la ciudad de París, Francia.
Muy bien, para cerrar este introito, es necesario hacer honor a quien honor merece, y es precisamente, el esfuerzo y el talento visionario del joven escritor José Francisco Mejía Ramírez, el que ha puesto los puntos sobre las íes para que esta antología extraordinaria pueda ser vista y leída probablemente más allá de nuestras fronteras y aun de nuestro continente porque en su haber hay trabajos exquisitamente elaborados por intelectuales de la mayor connotación, en la órbita de su género, actualmente en vigencia, ellos y ellas, con sus aportes han contribuido a que este libro se haya enriquecido, de tal manera que al poseerlo, quienes tengan la oportunidad de hacerlo, tendrán en sus manos una auténtica gema de oro puro, en sentido figurado del intelecto verdadero.
Es, pues, digno de encomio el esfuerzo realizado por este antólogo hondureño, al que posiblemente la posteridad le haga justicia, cuando algún día los hombres y mujeres con capacidad para calificar los trabajos de auténtico contenido cultural, reconozcan la labor que este ciudadano ha realizado en el precioso tiempo que consagró para efectuar este tantas veces señalado libro.
“Soñaba el Abad de San Pedro y yo también se soñar”. Así se expresó en más de una oportunidad nuestro insigne pensador José Cecilio del Valle, para agregar, “en la escala de los seres, el hombre es el más grande y en la escala de los hombres, el sabio es el primero.”
Finalmente, hay que señalar que algo se ha hecho, justamente por el grupo original moliniano, y es que en el parque La Libertad de Comayagüela, existe un artístico monumento esculpido magistralmente por el artista nacional residente en México, Mario Zamora Alcántara, este primero, inaugurado en 1994; otro monumento luce airosamente en la señorial Quetzaltenango, Guatemala, inaugurado en 1998 y por último, un bellísimo y artístico medallón, en el parque Cuscatlán, junto a Pablo Neruda, de la ciudad de San Salvador, República de El Salvador el cual fue solemnemente inaugurado gracias a las gestiones de otro gran hondureño, Lic. José Santiago Ramos Méndez, en el año 2007.
Sin embargo, es tal el entusiasmo que ha despertado la causa moliniana, ahora sí, en el ambiente intelectual hondureño, que desde ya se hacen gestiones para ir a Santiago de  Chile y colocar un busto de Molina en algún lugar selecto de aquella gran ciudad, en reciprocidad porque los chilenos hace ya algunos años nos enviaron a su Pablo Neruda, el cual luce artísticamente en los campus de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán.
Pero aun hay más, la idea es llegar hasta Río de Janeiro y colocar allí también, otro artístico monumento al genial poeta hondureño, porque es precisamente en ésa cosmopolita metrópoli, donde en 1906, el gran Juan Ramón se agiganta, con su célebre poema “La Salutación a los Poetas Brasileños.”

 
PRESENTACIÓN
ANTOLOGÍA A JUAN RAMÓN MOLINA
Ahora que el movimiento Moliniano ha florecido, en una especie de renacimiento, para fortalecer mucho más lo ya realizado desde 1911, por otros compatriotas, vamos a participar, en algo así como el pago a una deuda, que venimos arrastrando los hondureños, sobre todo los llamados intelectuales, que no han podido ubicar a Juan Ramón Molina, en la dimensión exacta de su talento irrepetible.
Y este propósito, lo estamos logrando merced al mágico descubrimiento de ese aparatito extraordinario, que en este siglo XXI ha tomado fuerza y alcance mundial, para ponernos precisamente al instante al mundo entero en nuestras manos.
O sea, que la obra de Juan Ramón Molina, definitivamente no se perdió, lejos de eso, cien años después, como que alcanza nuevos bríos y los talentos universales de la actualidad, se han asombrado, de tal manera que ninguno de los consultados ha vacilado ni un momento en aportar con entusiasmo y elevado fulgor cultural, su aporte, a esto que creemos se convertirá en algo portentoso, ya que en sus páginas el lector encontrará el pensamiento colosal y sublime, de lo más granado de los hombres y mujeres que en este momento hacen literatura a través del planeta.
Es una antología en la cual he tratado de insertar lo más bello que a mi portal ha llegado desde los más recónditas regiones de  este círculo globalizado, que nos encierra a todos los que queremos y soñamos en un mundo mejor enmarcado precisamente dentro de las aristas de la cultura, la educación, la ciencia y todo aquello que hace superior al hombre y la mujer que lo practica.
Esta antología, repito, trae poemas, ensayos, pinturas y dibujos en una especie de caleidoscopio, que confiamos despertará el interés de quienes logren adquirir uno o varios ejemplares, ya que haciendo esfuerzos sobrehumanos, hemos logrado su edición, para que el mismo recorra el mundo tal como sus autores lo desean.
Juan Ramón Molina, el emperador de rimas, el más alto exponente de la literatura nacional igual que cualquiera de sus homólogos del mundo entero, ahora sí, ya podrá estar en los anaqueles de las bibliotecas y librerías más especializadas del planeta tierra; porque estamos seguros que llegará hasta todos los confines y quienes la lean, se deleitarán y entonces sobrarán los comentarios sobre el particular, ya que además de la obra coleccionada, insertaremos dos o tres de los poemas más resonantes del porta lira hondureño.


AGRADECIMIENTO
En mi condición de presidente de la Organización Mundial de Poetas, Escritores y Artistas, me siento sumamente emocionado y agradecido con todas las personas que enviaron sus participaciones para poder tejer esta hermosa obra que engrandece a Juan Ramon Molina y lo saca del anonimato en el que ha estado sumergido en el contexto internacional.
En nombre de la Organización Mundial de Poetas, Escritores y Artistas giramos una invitación para participar en la presente obra antológica, no ha sido fácil ya que muchas personas al desconocer a Juan Ramón Molina no quisieron participar, pero esto es parte del proceso de su inserción.
Pero esta gema literaria compuesta por connotados poetas, escritores y artistas de muchos países, hoy,  rinden tributo al creador de Pesca de Sirenas, de Salutación a los poetas brasileiros, al genial poeta que injustamente fue mandado a picar piedra atado a una carreta, al gran vate hondureño que a su corta edad, (33 años), se consagra como el poeta más grande que ha tenido Honduras.
Me siento altamente agradecido con el talentoso y reconocido poeta y escritor; Julio Pavanetti, quien es presidente del Liceo Poético de Benidorm (ubicado en la ciudad de Benidorm en España) quien en un acto de Justicia Poética como es el título de un poema que dedica a Molina, invitó a los miembros del Liceo Poético de Benidorm a participar en esta hermosa obra, quienes se sumaron gustosamente en esta labor de universalizar al juglar de Comayagüela.
Hoy el maravilloso vate hondureño ya no es desconocido en el contexto internacional, gigantes de la literatura como Julio Pavanetti desde España, su nombre ya se menciona en Hungría, Mexico, Colombia, Estados Unidos, Canadá, Argentina, Chile, Uruguay, Ecuador, Perú, Venezuela, Cuba, Santo Domingo, Alemania y muchos más países. Brillantes Poetas, escritores y artistas han reconocido el talento de aquel hondureño que lamentablemente murió a muy temprana edad.
Pero no solamente han reconocido su talento, se han unido en esta obra antológica para rendirle tributo a un hondureño, que no es cualquier hondureño, es Juan Ramón Molina, el príncipe de los poetas hondureños, nuestro gran poeta. 
Hoy el mundo sabe que en Honduras también tenemos un gran poeta, es para mí un honor presentarles Del Teatro del Silencio al Parnaso, antología dedicada al poeta hondureño Juan Ramón Molina, nombre que lleva otro hermoso poema enviado por nuestro querido amigo Julio Pavanetti, quien logró de inmediato con la agilidad de su pluma y con su gran trayectoria en el mundo de las letras, poder con sus hermosas obras plasmar lo que nosotros exactamente queremos con esta obra, sin desmeritar por supuesto a los demás participantes, ya que sin sus hermosas obras el presente trabajo no existiría.
Gracias a todos, por hacer posible que hoy el hombre de Juan Ramón Molina, salga precisamente de ese teatro del silencio en el cual ha estado por muchas décadas y salga gracias a ustedes al parnaso, porque es allí en donde debe estar, al lado de los grandes poetas como Rubén Darío, Neruda entre otros.

José Francisco Mejía Ramírez
Presidente de la Organización Mundial de Poetas, Escritores y Artistas

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