Antología Pro Derechos Humanos I


Antología Pro Derechos Humanos I
Poesía
VV. AA.
Colección "Algo que decir" Vol. XXIV
Ediciones Ateneo Blasco Ibáñez
Valencia, España
2014

EL DERECHO A RECLAMAR LOS DERECHOS
Por Ricardo Bellveser

A algún despistado podría parecerle una obviedad innecesaria, que a los 14 años cumplidos del siglo XXI, se reivindicase la existencia de los Derechos Humanos, enumerados en una relación que dio por buena casi toda la humanidad en aquel lejano año de 1948, y reclamar que se respeten. Pero la realidad es que casi setenta años después de haber sido enunciados, siguen siendo atropellados a diario, olvidados, relegados, transgredidos, maltratados, burlados y escarnecidos, al tiempo de que, en positivo, han modelado una forma de ser, un modo de entender el trasfondo ético que debe guiar las relaciones humanas, y han establecido un repertorio de comportamientos basados en el respeto.
En diciembre de 1948, las Naciones Unidas aprobaron, en una sesión celebrada en París, lo que se denominó Declaración Universal de los derechos del hombre que en su momento fue aceptada casi unánimemente, aunque dudo mucho que en el ánimo de los firmantes estuviera el cumplir escrupulosamente con lo que decían aquellos treinta artículos. Entonces, ¿por qué lo suscribieron?  Hay que entender cual era la atmósfera política del momento. Hacía unos meses que había terminado la II Guerra Mundial, la más atroz y destructiva que cuántas ha soportado la humanidad, con setenta millones de muertos. Se había vivido el genocidio del pueblo judío, por primera vez en la historia de habían lanzado bombas atómicas contra la población civil, los campos de concentración estaban abarrotados y se afrontaba un dudoso futuro de reconstrucciones nacionales. Era la hora de que callaran las armas y hablaran la política y el espíritu de reconciliación.
Con esta Declaración, los políticos mostraron un nuevo camino en el que a los seres humanos se reconocían unos derechos que ni las ideologías, las religiones, los acuerdos, las constituciones y leyes propias, ni el odio, ni las guerras, ni cualquier otra diferencia podrían saltarse. También es propio del momento el uso del lenguaje sexista, con la expresión “derechos del hombre” lo que se quiso decir es “derechos humanos” como posteriormente se ha ido corrigiendo y acuñando en una denominación más precisa y por ello más cuidada.
De todo esto hace casi setenta años pero, ¿hemos avanzado verdaderamente, o aquella Declaración no ha pasado de ser una expresión de buenas intenciones? En mi opinión nos hallamos antes una de esas cosas que hay que reivindicar, y recordar, e insistir en ellas permanentemente. Claro que el mundo civilizado, de forma bien mayoritaria, está por proteger los Derechos Humanos, pero no es menos cierto que se atacan a diario, se cometen atrocidades, se deja indefenso al género humano ante las agresiones de otros seres humanos, en una diferencia de trato que varía mucho según nos fijemos en países del primer, segundo o tercer mundo, según la vieja clasificación del progreso.
La presidente del Ateneo Blasco Ibáñez, Isabel Oliver, fundó en 2008 el Movimiento de Escritores pro Derechos Humanos, que entre otras actividades, lleva a cabo, en colaboración con Universidades y organismos diversos, unas reuniones sobre este tema, que han devenido en actividades muy enjundiosas de reflexión, creación, debate, estudio, investigación y propuesta, sesiones cuyas ponencias se han venido publicando tanto en medios digitales como impresos.
El presente libro, el número XXIV de la Colección “Algo que decir”, es una prueba de ello. Se reúnen aquí relatos, artículos, poemas, y textos diversos sobre el tema de los derechos humanos, escritos de variable valor literario, pero que tienen en común la fuerza de la unidad en la defensa de intereses tan superiores como los Derechos Humanos, y el recuerdo de la vigencia del espíritu de aquella declaración de las Naciones Unidas que se sigue reclamando, recordando y exigiendo.
Por una simpática curiosidad, los dos primeros textos aquí seleccionados, podrían perfectamente servirnos de cita del contenido del volumen. En el primero dice la murciana Francisca Martínez Usero, “siempre les toca a los mismos / nadar contracorriente”, como enunciando la singularidad del esfuerzo y la responsabilidad que los escritores tienen en estas empresas en las que la carga moral es tan grave. En el segundo, el valenciano Antonio F. Prima Manzano, señala con su característica vehemencia literaria: “mientras los hombres sean tan imbéciles que se dejen llevar a  las guerras por los mismos que los matan de hambre” en donde “los hombres”, se entiende que quiere decir “los seres humanos” o “las personas” en general, y se ahí arranca la relación de los textos escogidos, y que como ahora señalaré, en general hace referencia a los Derechos Humanos reales, no a los derechos teóricos, líricos, poéticos, fantasiosos o deseables, sino los derechos exigibles y por ello reclamables.
Los firmantes proceden de Valencia, Madrid, Murcia, Cantabria, Melilla, León y varias partes de Andalucía, preferiblemente Jaén, Sevilla y Málaga y también de Colombia, pero lo que en mi opinión tiene mayor interés es el hallar una respuesta a la pregunta de ¿cuáles son los derechos humanos que más le interesan a los escritores participantes en este volumen? Y el resultado tiene su intríngulis porque los autores invitados hablan del efecto desolador de las guerras, del espanto del uso de las armas de unos seres humanos contra otros, de la emigración y sus soledades, de Guantánamo como metáfora de la fragilidad de las leyes, de la infancia y el Tercer Mundo, pero también y esto para mi es más novedoso, hablan del maltrato a las mujeres, de la libertad sexual, del hambre en el mundo, de los pueblos castigados y de un maltrato muy amortiguado en los medios de comunicación, pero que es de una enorme gravedad como es la discriminación a la que se ven castigados los discapacitados. 
Este viene a ser el índice de los temas aquí reunidos, con su notable vertiente de originalidad, a lo que hay que añadir la tribuna que en esta ocasión ocupa Jesús Huguet.
Los derechos humanos se proclamaron hace casi setenta años, pero como si nos estuviéramos refiriendo a un esqueje recién trasplantado, siguen necesitando todas las atenciones, cuidados, mimos y afectos para que cuajen de un modo irreversible que es la principal de las reclamaciones, y el deseo compartido de que una Declaración aprobada hace tantas décadas, se pueda al fin aplicar por igual en todo el planeta, lo que abriría el paso a poderla ampliar para protegerse de las nuevas agresiones.

Ricardo Bellveser
Escritor. Miembro del Consell Valencià de Cultura



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