Poemas homenaje a Antonio Machado


Poemas homenaje a Antonio Machado
Concurso de poesía ArtGerust
Poesía
VV. AA.
ArtGerust
Madrid, España
2014

Prólogo

Estuve pensando un extenso tiempo en este desafío. En definitiva, opto por un reconocimiento: el de asumir mi imposibilidad de prologar un libro de homenaje al más grande de los líricos del S XX. Esta dificultad, o asunción de dificultad para introducir un volumen de poesías en que esté presente el espíritu de Antonio Machado, me obliga a no soslayar un solo detalle a la hora de citar su obra. Entonces, me obligo a recordar cómo conocí al poeta, cómo me acerqué a esos simbolismos cargados de magia y también de simplicidad. Por eso, porque sus versos me resultaban comprensibles y únicos, pude gozar de esas metáforas auspiciosas en el transcurso de la adolescencia. En esa etapa de la vida logré remontarme a miles de kilómetros para escrutar cada rincón inigualable de las tierras castellanas, reconocer la laboriosidad de los rudos labriegos, la leña humeando en los fogones, el vino espirituoso de las tabernas. Entender lo entrañable de unas poesías convertidas en canción. Presenciar, a través de su impronta, la miseria humana en la guerra, el pisoteo del otro, el intento de destruirlo sin poder derrotar su esencia. Tal vez, eso es lo mejor que me enseñó Machado: que nada de lo que pudieran hacernos logrará destruir lo que fuimos, lo que dejamos impreso en otros, lo que nos esmeramos en ser.

Venir hasta esta página a homenajear al que arrancó de la frontera de la muerte versos de lucha, me obliga a comprender que los Cantares fueron, sin duda alguna, el mejor epitafio para un poeta que se enfrentó a las arbitrariedades más aberrantes. El que pudo desnudar la crudeza del viento del exilio en los pasos del caminante que vuelve la vista atrás, en tanto ya echa de menos unas sendas últimas, unos senderos que jamás volverá a cruzar. ¿No son, acaso, sus caminos sobre la mar un canto de plenitud y resistencia al despojo? ¿No son sus versos tristes de los atardeceres de Soria una ventana abierta a mil palabras del alma? Tantas preguntas podrían formularse al hacer referencia a este grande de las letras hispanas, tantos signos decodificables desde la más fina sensibilidad, podrían interpretar todo aquello que no nació para ser interpretado sino para reclamar un lugar para los sueños como fuente de vida, lucha y posteridad, la tarde como correlato de esa melancolía que nos habita en los instantes más insospechados, en que nuestra humana impotencia conduce a la introspección del que se sabe insignificante ante la grandeza del universo, sus misterios insondables y Dios; el paisaje, con sus bellezas inconmensurables que se niegan a ser mero escenario para erigirse como el portal majestuoso que augura el alma; el tiempo que lleva en sus vientos el aroma del campo apenas florido, de los chopos del camino que circunda al Duero ávido de la primavera.

Ahora que este primer temor ha decrecido, deseo invitaros a la apertura de esta puerta simbólica que conduce a los versos de ciento cincuenta poetas que se han decidido a rendir su tributo al gran Antonio Machado.

Algunas poesías se elevarán suaves como la brisa veraniega en los campos de Castilla. Unas se referirán al amor en todas sus posibilidades, otras a los sueños que merecen un lugar destacado en la vida de los hombres. Habrá poesías ancladas en el pasado y varias listas a disparar como armas cargadas de futuro. Las de vientos huracanados invernales, que arrancan de las nieves más gruesas la denuncia, la prisa por exhibir las miserias de los inquisidores y los pedantones que creen ser superiores a las “buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan…”.

La puerta está abierta de par en par. Sí, por supuesto, ya podéis entrar.

Sheila Acosta Anzalone.


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