Concurso Homenaje 400 años de el Quijote


Concurso Homenaje 400 años de el Quijote
150 microrrelatos finalistas
VV. AA.
ArtGerust
Madrid, España
2015

Prólogo

Cuando a principios de año mis compañeros y yo nos reunimos para decidir la Agenda de Concursos Literarios ArtGerust para 2015, todo un éxito en 2014, lo hicimos valorando varios factores: calidad literaria, comercialidad, popularidad y un factor unido a la calidad literaria, pero que no es exactamente lo mismo. Eso no era otra cosa que la pertinencia actual, es decir, que no solo se hiciese algo bueno que merece la pena, sino que también tuviera algún sentido hacerlo en 2015. Y automáticamente todos caímos en que tenía que haber algo sobre El Quijote.
Si veinte años no son nada, 400 para El Quijote, tampoco. Solo para él, para los demás sí. Si comparamos la sociedad española del siglo XVII con la actual encontramos pocas semejanzas y muchas decadencias. Nada más. ¿Y por qué para el ingenioso caballero no son nada y para los demás sí? Porque es un clásico, un referente histórico, un paradigma literario y, sencillamente, algo que da que pensar. Y, cuando eres todo eso, el tiempo carece de sentido lineal. Para los demás, el tiempo lo permea todo, pero cuando consigues en un libro plasmar la idiosincrasia de un pueblo, su mentalidad, su metafísica, y todo ello hacerlo con humor y ya de paso fijas el idioma español normativo para siempre, tiene el dudoso honor de escapar del tiempo, esto es, de ser intemporal.
Dudoso porque, como bien sabía Platón, lo de la escritura no deja de ser peligroso, y escribir algo no es más que dejar que te juzguen sin defensa posible, una caída al vacío. Ser intemporal significa que todas las vecinas hablen de ti para siempre. Y que la única defensa sea la de apelar al hecho de ser un clásico. De ahí que muchos libros clásicos sean intocables y que en realidad muy pocos se atrevan a leerlos. Hay un respeto por los muertos. Y cuchichear sobre un muerto está mal. Pero algunos sabemos que los intemporales no son ni muertos ni vivos, son otra cosa. Dándonos derecho al halago y a la felicitación, pero también al insulto, al escarnio y, por qué no, al bulo. Por eso es un dudoso honor. No gusta que se metan con uno siempre. El Quijote es como un gran pueblo manchego donde todo el mundo habla de que Fulanita se ha quedado embarazada, y buscan razones de semejante hazaña. El sesenta por ciento del pueblo no sabe quién es Fulanita, y menos el padre de la criatura, pero de algo hay que hablar.
Cervantes embarazó a la Fulanita del pueblo, un embarazo genial, eterno y poco misericordioso con sus vecinos de alrededor. 
En la Editorial ArtGerust no hemos querido otra cosa que seguir hablando sobre este gran cotilleo literario. Y siempre desde el respeto máximo que se puede tener para hablar de alguien que no está presente, que es poco y un tanto cruel. Si don Alonso Quijano estuviera en la misma habitación con nosotros escuchando todo lo que decimos de él, le pediría a su biógrafo, Cide Hamete Benengeli, que dejara de escribir sobre él. Le estrecharía la mano y pensaría que si ni Sócrates ni Jesucristo ni Platón -en las partes más fundamentales de su filosofía- dejaron nada escrito es porque eran verdaderamente inteligentes y sabios, y que con la intemporalidad no se llega a ningún lado.
Paradójico resulta que, por el hecho de no escribir nada, esos personajes también estén fuera del hilo cronológico -o que incluso lo partan en dos-, pero también es cierto que están en esa categoría de lo misterioso, tan atrayente y al mismo tiempo tan sofisticado. Está claro que si quieres discípulos es mejor no aclarar mucho qué es lo que piensas. Y El Quijote no tiene discípulos, solo cotillas.
Y como cotillas, vimos pertinente convocar este certamen literario. Y además hacerlo difícil. Atreverse a escribir un párrafo perdido de un clásico. Convertir a los escritores que participen en los Cide Hamete Benengeli del siglo XXI. En unos correveidiles, llevando chismes sobre el famoso caballero más allá de lo que ya habían dicho sobre él. En conclusión, intentamos convertir a nuestros escritores en mejores escritores -de lo que ya son- con un ejercicio de estilo complejo, y en peores personas -pues tanta bondad no estaba dando sus frutos-, escribiendo sobre un libro del que ya está todo dicho. Enhorabuena a todos ellos.

Adrián Iruela. CEO Editorial ArtGerust

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