Mil poemas a José Martí


Mil poemas a José Martí
Antología - Recopilación
Coordinado por Alfred Asís
Poesía
VV. AA.
Poetas del mundo
Isla Negra, Chile
2013

Prólogo
“Algo nace, poeta, cuando mueres…”

En estos tiempos grises en los que el retumbar de los tambores de la guerra ensordecen al mundo, es loable en lo estético y obligatorio en lo moral, ser cómplice de un proyecto tan noble como lo es MIL POEMAS A JOSÉ MARTÍ, idea lanzada por el destacado poeta chileno, hombre de paz y amigo del mundo, Alfred Asís.
Esta obra que ha convocado a 700 participantes de más de 30 países merece ser ampliamente promovida con el concurso de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que confían en que el verdadero camino del género humano está en la paz, en la amistad y en la convivencia armónica entre todos los seres vivos y la Madre Tierra.
Para los cubanos patriotas, que vemos en la doctrina ética, humanista y ecuménica de José Martí nuestra guía espiritual, el resultado obtenido por la convocatoria nos llena de orgullo y esperanza. Orgullo porque a 160 años del natalicio de aquel hombre, a quien la insigne chilena Gabriela Mistral llamara “nuestro supremo varón literario”, todavía conmueven su cosmovisión y su ternura; y de esperanza porque a pesar de las andanadas de odio que a diario se lanzan sobre los pueblos a través de los medios masivos de desinformación al servicio de los privilegiados de este mundo, todavía encuentran eco en el corazón humano los sentimientos de ternura y amistad entre los hombres, de vida armoniosa y apacible en la naturaleza, y de fe en el valor y el poder de la belleza.
Que la colección MIL POEMAS… haya estado dedicada en sus tres ediciones anteriores a pilares de la poesía latinoamericana y universal como lo siguen siendo Pablo Neruda, César Vallejo y Miguel Hernández, ubica al poeta-Apóstol de Cuba en su verdadera dimensión. Desde Dos Ríos hasta Isla Negra, el itinerario poético es uno: cantar, admirar y hacer admirar todo lo bello, y nada hay en el mundo más bello que un acto de justicia. Por eso, tanto el cantor del Ismaelillo como el del Canto General, se aferran a la poesía no solo para purgar los dolores del alma sino para reflejar en ella las ansias de justicia que vibran en el espíritu de los hombres superiores. No en vano escribirá Martí en medio de su más duro bregar en pos de la independencia de Cuba que “las manos de los poetas cierran siempre las heridas que abre la ira de los hombres.”
La proximidad entre los versos, la prosa o la prosa poética con que escriben los diversos autores no está en la forma sino en la esencia. No busquen los “lindoros literarios” en la totalidad de estas obras la perfección estilística o el brillante giro metafórico que solo caben al consagrado o al genio, sino la esencia vibrante de almas agradecidas, y por ello mismo privilegiadas en medio de la tremenda ingratitud ambiente, que se levantan por el cariño y la virtud a la majestad de la escritura para honrar de la mejor manera que a cada uno le es dado a quien hablando de los soldados-poetas o poetas-soldados de nuestras guerras de independencia en el siglo XIX dijo conmovedor y conmovido que “su poesía no estaba en lo que decían sino en lo que hacían”, que a veces “rimaban mal, pero morían bien”, porque “la poesía escrita es grado inferior de la virtud que la promueve: el hombre es superior a la palabra.”   
Sirvan estas breves palabras, sino de prólogo, de pórtico al menos de esta obra generosa y ecuménica como el espíritu mismo del Apóstol-poeta que, intuyendo ya próximo el día final de su destino, dejó para la posteridad este sencillo y profético epitafio: “mi verso crecerá: bajo la hierba / yo también creceré.”  

      Armando Hart Dávalos

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Mi poema a José Martí:
http://www.alfredasis.cl/jmPoesia.htm

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